Las Salinas de San Rafael, ubicadas entre Roquetas de Mar y Aguadulce, son un vestigio de la importancia histórica de la producción de sal en la zona y un atractivo medioambiental valioso. Especialmente durante los meses más fríos una diversidad de fauna ornitológica pobla sus aguas, convirtiendo a estas salinas abandonadas en un punto de observación privilegiado para aves acuáticas y migratorias como: gaviotas, cigüeñuelas o ánades reales.
Originarias del siglo XIX, estas salinas, también conocidas como salinas abandonadas, llegaron a abarcar unas 110 hectáreas y durante décadas fueron un motor económico vital para la región. La extracción de sal era un recurso valioso y aunque su actividad cesó en 1990 y gran parte de su extensión original ha sido urbanizada, las Salinas de San Rafael aún conservan restos que evocan su pasado como los charcos salinos que hoy siguen mostrando la costra de sal que caracterizó este paisaje industrial durante décadas o los vestigios de los muros que delimitaban las antiguas balsas de evaporación.
Las Salinas de San Rafael representan una mezcla de patrimonio industrial y un ecosistema que se mantiene a pesar de los cambios sufridos en su conjunto topográfico. Un paraje que recuerda la conexión entre la actividad humana y el entorno natural, y un punto de reflexión sobre la importancia de preservar estos reductos de historia y biodiversidad.